El que esté libre de pecado

Cuentos de mi tierra da a conocer dos frutos del trópico caribeño: la almendra y la guanábana. En el cuento «Almendras» nos acercamos a un abuelo que le describe a su nieto las características de la almendra y qué hacer, según la costumbre, para comer la semilla de dicho fruto. En el otro cuento, «La guanábana», se invita al lector para que conozca esta fruta a través de un sueño que la protagonista le narra a su madre. La abuela, una india taina le ofrece la fruta. La experiencia de la madre y la tecnología instruyen a la niña y a los lectores sobre la guanábana.

Raymundo, el Larrobla olvidado Raymundo Robles (apellido que pasó a ser Larrobla), nacido en el año 1771 e hijo de Francisco, oriundo de la Villa de la Puebla Gordon, Oviedo (España), fue raptado del portón de la ciudadela de la villa de Montevideo de la Banda Oriental (actualmente Uruguay) cuando tenía nueve años de edad. Entregado a los indios pampas de Argentina, con el correr de los años llegó a ser el cacique más bravío con el que tuvo que enfrentarse el ejército español con asiento en la ciudad de Buenos Aires. A punto de ser ejecutado por un comandante español, luego de...

PREMIO LANDERNEAU POLAR 2015 «Fred Vargas ha alcanzado la cumbre de su arte». Le Figaro Littéraire «Una nueva demostración de su persistente capacidad para hechizar al lector». Libération «Es la autora más interesante del género policiaco en el presente». José María Guelbenzu, El País Alice Gauthier, una respetable profesora de matemáticas de sesenta y seis años, aparece muerta en su bañera; todo parece apuntar a un suicidio, pero ciertos detalles, como un extraño signo trazado en el lugar del suceso, hacen pensar que quizá haya algo más detrás de su muerte, por lo que el ...

«Lágrimas de oro es una novela histórica hermosa, necesaria en todos los órdenes, que nos embarca en una empresa conquistadora que pedía ser rescatada del pasado.» Jesús Sánchez Adalid Una aventura épica «Tarde o temprano tenía que ocurrir. Desde que Viracocha se le apareció a su antepasado, todos sabían que algún día llegarían sus hijos, seres blancos, barbados, superiores en todo a ellos mismos. Ese día tendrían que postrarse a sus pies y poner su propia vida en sus manos, pues ni el mismo Sol podría oponérseles.» Panamá, Castilla del Oro, 1524. En la sacristía de una ...