El Hombre de Negro

Wilkie Collins fue un destacado novelista y dramaturgo británico, nacido el 8 de enero de 1824 en Londres. Es ampliamente reconocido como uno de los pioneros de la novela de misterio y el thriller psicológico, y sus obras han influido en numerosos autores posteriores, incluido el famoso Agatha Christie.

Hijo de un pintor y una madre que provenía de una familia de académicos, Collins fue educado en la escuela privada de Chiswick y más tarde en la Universidad de Londres. A pesar de que su carrera literaria comenzó a fraguarse a principios de la década de 1850, no fue hasta la publicación de The Woman in White en 1859 que alcanzó la fama. Esta novela es considerada una de las primeras obras de literatura de misterio y se caracteriza por su narrativa en múltiples perspectivas, un enfoque innovador para la época.

En su obra, Collins a menudo exploraba temas como la injusticia, la opresión de las mujeres y el amor prohibido. Su estilo se caracteriza por tramas intrincadas, giros inesperados y un profundo desarrollo de personajes. The Moonstone, publicada en 1868, es considerada por muchos como la primera novela de detectives en el idioma inglés. Este libro introdujo al detective privado en la ficción y ha influido en el desarrollo del género hasta nuestros días.

A lo largo de su vida, Collins también escribió numerosas obras de teatro y ensayos, además de colaborar con otros autores como Charles Dickens. Su relación con Dickens fue significativa; ambos compartieron una amistad cercana y colaboraron en diversas obras, incluyendo la famosa novela La Casa de los Espíritus.

Collins experimentó con diversos estilos literarios, y a menudo incorporaba elementos góticos en sus narraciones. The Haunted Hotel (1878) y Armadale (1866) son ejemplos de cómo su habilidad para combinar el horror gótico con el misterio lo convirtió en un autor único. A lo largo de su carrera, sus obras fueron recibidas con entusiasmo por el público, aunque también enfrentó críticas, especialmente en relación con su tratamiento de temas sociales y morales.

En su vida personal, Collins enfrentó varios desafíos, incluyendo problemas de salud y una larga lucha contra la adicción a la morfina, que se agravó con el tiempo. Su relación con las mujeres también fue complicada; tuvo una relación notablemente cercana con la actriz Caroline Graves, con quien vivió durante años, aunque nunca se casaron. A pesar de estas dificultades, Collins continuó escribiendo y trabajando hasta sus últimos días.

El legado de Wilkie Collins es indiscutible. Sus obras siguen siendo leídas y estudiadas en la actualidad, y su impacto en el desarrollo de la narrativa de misterio y detectives es innegable. Falleció el 23 de septiembre de 1889 en Londres, dejando tras de sí una rica herencia literaria que ha perdurado a lo largo de los años. Hoy, su influencia se puede ver reflejada en la obra de numerosos autores contemporáneos, quienes continúan explorando los temas que él abordó con maestría.

En resumen, Wilkie Collins no solo fue un prolífico autor de novelas y obras de teatro, sino también un innovador en el género de misterio. Su habilidad para entrelazar tramas complejas y desarrollar personajes memorables ha asegurado su lugar en la historia de la literatura.

El hilo vital de la trama es la búsqueda de identidad personal, a través del roce con la autodestrucción. Las confusas relaciones con el sexo opuesto marcan el ritmo de esta historia de vida. Más de dos voces anudan en la urdimbre las confesiones íntimas de la protagonista.

¿Puede ser el amor lazo suficiente como para unir de verdad a personas tan poco dispuestas a iniciar una relación? La señorita Sarah Holmes es una joven perspicaz e inteligente, que no sabe bien qué hacer con su vida. Hija del administrador del baronet de la localidad, sir Walter Heatherfield, ayuda a su padre en sus tareas y trata de esquivar a su madre, que sueña con casarla con sir Walter. Ella jamás se casaría con un hombre así, alguien que, por su correspondencia, sabe que es soberbio y burlón, y que no ha tenido jamás el detalle de ir a conocer Little Lake, el lugar del que...

Una monja emparedada que ha hecho voto de tinieblas (nunca más ver la luz del sol, de la vela o del farol) deja descender la mano derecha por su bajo vientre y, con los dedos humedecidos por el deseo, escribe una autobiografía apócrifa (que esquive la ortodoxia de la autobiografía oficial, escrita para que escape de los ojos represivos de los hombres, escrita para sí misma) sobre su cara y sus senos, en las piernas y en los brazos, las uñas de sus pies y de sus manos, su cuello y sus hombros, en la espalda y en los glúteos. Su cuerpo comienza a convertirse en un mapa –una isla...

Cuando decidí escribir mi primer cuento a los seis años, no pude separarlo de la ilustración. Desde ese momento de mi vida hice de mis relatos no sólo un complemento de mis pinturas, sino pinturas en sí. Cada detalle, cada absurda o nostálgica imagen, representa en palabras, lo que la luz, la sombra o el color pueden simbolizar en un cuadro. El arte expresa lo inexpresable con palabras, todo aquello que no nos atrevemos a decir; pero cuando ese arte se traduce en escritura, lo oculto aparece de manifiesto y no podemos esconderlo. Es por esto que mis personajes son seres que se dan...