Los invitados al jardín
La vida es una historia que siempre acaba mal, precisamente porque siempre acaba. A su través, nos tropezamos con aventuras, amorosas o no, con desastres y con recuperaciones aparentes. Todo es móvil en ella, cambiante... A ese desenfreno vital se refieren estas historias, esperanzadas hasta en su desesperanza, en las que el amor no es un destino, sino un intransferible cometido.